
El estilo escultórico de Miguel Ángel Buonarroti
Además de su faceta como pintor y arquitecto, Miguel Ángel Buonarroti destacó en escultura, arte que lo convirtió en uno de los tallistas más importantes de la historia del arte, con ejemplos como el Moisés, la Piedad o el David.
Sus trayectoria como escultor
Comenzó su formación al amparo de Domenico Ghirlandaio, a cuyo taller acudió con solo 13 años. Pero la magnificencia de sus trabajos no dejó indiferente a Lorenzo de Médici, que lo acogió bajo su protección un año más tarde maravillado por las obras de este joven artista. Tras la muerte de Lorenzo de Médici, regresa a Caprese, de donde saldrá para volver a Florencia bajo las órdenes de Pedro de Médici, pero las desavenencias con el sucesor de Lorenzo hacen que se marche a Roma.
Allí realizará la Piedad, que lo hará famoso. Después de la Piedad, ya con los Médici fuera de Florencia, retorna a la ciudad del Arno para acometer la que es su obra escultórica más impresionante: el David, donde pueden apreciarse todos los detalles técnicos de la talla de Miguel Ángel Buonarroti, detalles que quedarán igualmente evidentes en otra de sus producciones más famosas: el Moisés.
Su estilo
Sus obras rompen con el clasicismo imperante y buscan plasmar realismo, pero también expresividad y, sobre todo, movimiento. Deja atrás las composiciones donde la simetría y armonía de formas son la tónica dominante para esculpir figuras en las que los personajes parecen querer salir del bloque, caminar. La serie de los Esclavos son la mejor muestra de ese anhelo que parecen mostrar las figuras trabajadas por el artista renacentista, que se contorsionan como si lucharan por salir del bloque de piedra que las retiene.
Esta sensación de movimiento la consiguió con el contrapposto, propio de la estatuaria griega que se empleaba para quebrar la frontalidad de la escultura. Se trata de un recurso por el que las figuras se representan con las extremidades opuestas: una de las piernas aparece adelantada, como si fuera a caminar, mientras que la otra está en reposo. Y lo mismo sucede con los brazos. El peso del cuerpo parece descansar en la cadera, que se muestra más elevada por un lado que por otro, y la cabeza está girada a un lado, en un intento de reproducir el movimiento que hacemos con la cabeza cuando andamos.
Los protagonistas de sus obras expresan sus sentimientos y expresiones de manera dramática: es lo que se ha denominado la terribilitá. Las características de este estilo lo encontramos en los rostros del David o del Moisés, por ejemplo, que dejan ver ira contenida, dureza, excesiva expresividad, fortaleza. Con solo observar las figuras el espectador se siente empapado de ese vigor que desprenden. Sus personajes muestran miradas penetrantes y profundas. No hay más que fijarse en los ojos de las obras anteriormente mencionadas y sentir el temperamento contenido que manifiesta el personaje.
Y no solo en los rostros; también los cuerpos expresan tensión contenida, fuerza. Las poses de sus figuras denotan movimiento, no son estáticas. Son tallas donde podemos apreciar los profundos conocimientos que el artista de Caprese tenía sobre anatomía, sobre musculatura. Las manos del David son buena prueba de ello, con sus venas y tendones bien definidos. También el torso, las piernas… Toda la musculatura, todos los detalles anatómicos están representados de manera excepcional en esta escultura, salvo un espacio situado en la espalda entre la columna y el omóplato derecho. En el año 2004, una investigación, realizada por Massimo Gulisano y Pietro Antonio Bernabei, especialistas en anatomía humana, puso de manifiesto que en la escultura no se había tallado un relieve o cavidad muscular en esa área del cuerpo y apuntan a que ello no se debió a que el artista florentino lo desconociera, sino a que no contaba con mármol en esa zona de la espalda para esculpir este hueco.
Por todo lo anterior, su talla en mármol es majestuosa. Denota un profundo conocimiento del material y de las vetas de la piedra, lo que le daba una gran ventaja a la hora de trabajarla, porque sabía el mejor modo de conseguir el resultado que ansiaba. Además, se aventuró a esculpir algunas obras, como el David, en un solo bloque, cuando lo normal era tallar las esculturas por piezas y luego unirlas. Miguel Ángel disfrutaba con este reto, donde no había margen de error, por cuanto un fallo durante la talla suponía desechar completamente el bloque de mármol.
El resultado de este excelente trabajo podemos verlo en la actualidad.
BIBLIOGRAFÍA
ACCATINO, Sandra (2011). «El David de Miguel Ángel». La Panera, 13. Santiago (Chile).
LA REPÚBLICA (2004): «Il David? Non è perfetto c’ è un ‘buco’ nella schiena», en La República, 10 de octubre. Disponible en http://ricerca.repubblica.it/repubblica/archivio/repubblica/2004/10/10/il-david-non-perfetto-un-buco-nella.html.
MINISTERO DEI BENI E DELLE ATTIVITÀ CULTURALI E DEL TURISMO. Galleria dell’Accademia di Firenze. Disponible en http://www.galleriaaccademiafirenze.beniculturali.it/.
PIJOÁN, José (1991): «Renacimiento romano y veneciano. Siglo XVI», en Summa Artis, vol. XIV. Madrid: Espasa Calpe, pp. 167-192.
WIRTZ, Rolf C. (1999): Florencia. Arte y arquitectura. Colonia: Könemann.
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